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Milagros

Se llama milagro a un evento atribuido a la intervención de Dios como la incorruptibilidad de un cadaver después de la muerte como es el caso del cuerpo Incorrupto de La Siervita de Dios. Según el Diccionario de la Lengua Española, un milagro es un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino. La palabra milagro encuentra su raíz en el latín miraculum que significa "mirar". Los latinos llamaban miraculum a aquellas cosas prodigiosas que escapaban a su entendimiento, como los eclipses, las estaciones del año y las tempestades. Así entonces, miraculum proviene de mirari, que en latín significa "contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción".

KriatYamSoof
En la Biblia se presentan milagros como la separación de las aguas del Mar Rojo realziado por Moisés para que el pueblo judío escapara de la persecución egipcia

Esta forma latina se mantiene en francés y en inglés como miracle, y en italiano como miracolo, entre otras lenguas neolatinas.

Es así como, desde el punto de vista etimológico, la palabra milagro no dice relación necesariamente con una cierta intervención divina, sino que se liga al asombro ante lo inefable, tal como lo plantearan los latinos. A raíz de esto, milagro también puede referirse a un "Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa", sin implicar fuerzas divinas. Un ejemplo es un desarrollo económico, una dieta, un producto o medicamento con resultados asombrosos y excepcionales.

Incorruptibilidad cadavérica

La incorruptibilidad es la propiedad de un cádaver (generalmente humano) de no descomponerse después de la muerte, a pesar de no haber sido embalsamado o preservado de ninguna manera.

La Iglesia católica, entre otras, ha considerado tradicionalmente la incorruptibilidad cadavérica de determinados personajes, particularmente santos y beatos, como un signo milagroso de su santidad, y por esta razón son muchos los cadáveres llamados incorruptos que se veneran en santuarios católicos. Dos capítulos fueron dedicado por el papa Benedicto XIV en la "Cadaverum Incorruptione" en la que se trata sobre la veneración de las reliquias de los santos. La creencia de que un cadáver incorrupto era señal de la gracia divina se constata en Occidente desde al menos la Edad Media.

La idea del cadáver incorrupto suele dar pie a la idea de que estos cadáveres se mantienen en mayor o menor medida tal y como eran en el momento de la muerte. Los cadáveres que se exponen públicamente suelen estar recubiertos de capas de cera que ayudan a evitar el continuo deterioro del cadáver propiciado por la exposición. Otros cadáveres se exponen en su estado natural y es apreciable el deterioro de los mismos.

Existen igualmente cadáveres incorruptos que no han recibido tratamiento alguno y se conservan bien. Y otros en los que se han corrompido algunas partes y otras han perdurado (como los casos de san Antonio de Padua ―del cual permanece incorrupta solo la lengua―, santa Catalina de Siena ―cuya cabeza todavía se conserva sin pudrirse―, santa Margarita ―cuyo cerebro se conserva impútrido―).

Lista de algunos santos, beatos y venerables considerados incorruptos

Jean-Marie Vianney
Cuerpo incorrupto de Jean-Marie Vianney

Venerable María de Jesús de Ágreda (1602-1665), abadesa del Convento de las Monjas Concepcionistas de Ágreda.
Beata María del Divino Corazón (1863-1899), condesa Droste zu Vischering y hermana del Buen Pastor, aristócrata alemana. Revestido de cera, su cadáver se venera en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Ermesinde (región norte de Portugal).
Beato Alessio de Riccione.
Beato Aloysius Stepinac (1898-1960), cardenal croata, arzobispo de Zagreb; en 1998 Juan Pablo II lo creó mártir. Su cadáver fue bañado con cera.
Beata Ana María Taigi (1769-1837), laica y terciaria trinitaria italiana. Con baño de cera.
Santa Ángela de Mérichi (1474-1540), religiosa italiana, fundadora de las Ursulinas. Su cadáver fue expuesto durante treinta días antes de ser sepultado.1
Beato Angelo de Acri, religioso capuchino. Con una mascarilla de cristal para proteger el rostro.
San Alejandro II (f. 1073), papa milanés. Sin tratamiento alguno, cadáver seco.
Santa Aurelia. Revestida de cera.
Beato Juan Bautista Scalabrini (1839-1905), arzobispo italiano, fundador de la Congregación de Hermanos Scalabrinianos, beatificado por el papa Juan Pablo II en 1997. Sus restos yacen en la cripta bajo el altar de la Catedral de Piacenza.
San Bernardino de Siena (1380-1444). Su cadáver sangró durante muchos días después de muerto y fue expuesto veintiséis días.
Santa María Bernarda Sobirós (1844-1879), vidente de la Virgen de Lourdes. Su cadáver se venera dentro de un féretro de cristal en la capilla del convento de Nevers (Francia).
San Juan Bosco (1888). Con baño de cera. Su cadáver permanece incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia.
Santa Catalina de Bolonia (1413-1463), religiosa clarisa.
Santa Catalina Labouré (1806-1876), religiosa francesa. Afirmaba que se le había aparecido la Virgen y le había pedido que creara la Medalla Milagrosa. Con tratamiento de cera, su cadáver se encuentra en la Capilla de las Apariciones en la Rue du Bac (París).
Santa Catalina de Siena (1347-1380), laica y terciaria dominica. Muy maltratado por la caza de reliquias, su cadáver recibió tratamiento en el siglo XX.
Venerable Catalina de Jesús. Sin tratamiento de cera.
Santa Catalina de Génova.
Santa Clara de Asís, fundadora de las Clarisas, con tratamiento de cera muchísimos años después de su muerte. Murió el 10 de agosto de 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, y dos días después de que su regla fuera aprobada por el Papa. En la Basílica de santa Clara de Asís está su cadáver incorrupto y muchas de sus reliquias.
Santa Clara de Montefalco. Su corazón incorrupto se venera en Montefalco, Italia.
San Diego de Alcalá. Su cadáver incorrupto se expone cada año el 13 de noviembre en la catedral de Alcalá de Henares, España.
San Eduardo el Mártir. Rey de Inglaterra. La canonización de san Eduardo tuvo lugar en 1161.
Santa Eustaquia Calafato. Monja clarisa.
Santa Fortunata. Virgen y mártir romana. Cuyo cadáver se encuentra en una urna en la Catedral de la ciudad de Moquegua, en el sur del Perú, donde fue trasladado desde Roma en 1798, en calidad de obsequio pontificio. Su rostro ha sido tratado con una fina capa de cera de abeja. Se conserva además un vaso sángüinem que contiene su sangre.
San Francisco Javier. El cadáver se conserva en Goa, India; fue muy maltratado por la caza de reliquias.
San Ignazio de Laconi. Con fina capa de cera.
Santa Imelda.
Santa Inés (mártir). Santa de los tiempos de los primeros mártires cristianos.
Beata Jacinta Marto. Una de las videntes de Fátima. Murió el 20 de febrero de 1920. Su cadáver reposa junto con el del beato Francisco Marto, en el crucero de la Basílica de Fátima.
Santa Josefina Bakhita.
San Juan de la Cruz. Su cadáver permanece perfectamente flexible.
San Juan Newman. Sin tratamiento alguno de cera. Obispo de Filadelfia, EE.UU.
San Juan Vianney. Con baño de cera. Murió el 4 de agosto de 1859. Su cadáver se conserva en la Basílica de Ars, Francia.
San Liberato. Mártir de Isernia.
Santa Lucía. (Lucía de Siracusa), mártir.
Santa Luisa de Marillac. Con fina capa de cera.
Santa Margarita María Alacoque. Con capa de cera. Reposa en su convento de Paray-le-Monial, Francia.
Santa Margarita Redi. Monja dominica.
Santa Margarita de Cortona.
Santa Margarita de Cittá di Castello.
Beata María de san José. Fundadora de las Agustinas de Santa Rita. Con baño de cera.
Beata Mariana de Jesús. Religiosa mercedaria, su cadáver permanece incorrupto, flexible y exhalando un dulce aroma en el convento de don Juan de Alarcón de Madrid. Sin tratamiento de cera.
Santa María Francisca de las Cinco Llagas.
Sor María de Jesús de León y Delgado. Conocida en Tenerife y en el resto de Canarias como "La Siervita de Dios". Sin tratamiento de cera.
Beata María de San José Alvarado. Religiosa de Venezuela. Durante la exhumación de sus restos el 19 de enero de 1994, se halló su cadáver incorrupto, en medio de una urna de madera prácticamente destruida debido a la humedad del subsuelo. En ese mismo año fue trasladado su cadáver incorrupto a un sarcófago de cristal para la veneración de los fieles. El 7 de mayo de 1995 fue beatificada.
Santa Narcisa de Jesús. Laica y catequista ecuatoriana.
Santa Olga de Kiev, reina de Ucrania.
Beata Osanna de Mantua. Monja dominica. Sin tratamiento de cera.
Don Orione. Su corazón incorrupto se encuentra en Argentina.
San Pío X. Con máscara de plata que cubre su rostro.
San Pío de Pietrelcina. Fue canonizado por Juan Pablo II, que le conoció personalmente. Revestido de cera.
San Ricardo Pampuri. Hermano hospitalario de San Juan de Dios y médico cirujano.
Santa Rita de Casia. Religiosa agustina, con tratamiento muy posterior de cera. Muríó en 1457. Nunca fue enterrada. El ataúd de madera que tenía originalmente fue reemplazado por uno de cristal y ha estado expuesta así desde entonces.
Beato Stéfano Bellesini. Con baño de cera tanto el cadáver como el hábito siglos después.
Beato Sebastián de Aparicio. Parece un hombre de 60 años. Murió en el 1600 a los 93 años de edad. Está en urna de cristal, en el convento franciscano de Puebla de los Ángeles, México.
San Sylvano Mártir. De la época de Diocleciano, con capa de cera.
Santa Verónica Giuliani, franciscana.
San Vicente de Paúl. Con fina capa de cera. Murió el 27 de septiembre de 1660.
Santa Vittoria. Mártir de la persecución de Diocleciano. Con tratamiento de cera.
Santa Zita de Lucca.

Fenómenos que en algunos casos acompañan a la incorruptibilidad

Olor

El fenómeno, conocido con el nombre técnico de osmogenesia, consiste en la liberación de aroma agradable y suave registrada del cuerpo mortal de algunos santos o de los sepulcros donde yacen sus reliquias.

Flexibilidad

En los cadáveres conservados por momificación, ya sea esta natural, o artificialmente provocada, no se observa el fenómeno de la flexibilidad. Son cadáveres duros y rígidos. La rigidificación de los miembros comienza pocas horas después de la muerte. La mayoría de los santos incorruptos no sufrieron esta rigidez, permaneciendo muchos de ellos flexibles por varios siglos. Así, el beato Alfonso de Orozco, cuyo cadáver estaba flexible doce años después de su muerte; san Andrés Bobola, cuarenta años, y santa Catalina Labouré, cincuenta y siete años después de su muerte.

El cadáver de santa Catalina de Bolonia estaba tan flexible doce años después de su muerte que pudo ser colocado en posición sentada, forma en que aún permanece. El cadáver de la beata Eustoquia Calafato también fue colocado en la misma posición, ciento cincuenta años después de su muerte. El cadáver de san Juan de la Cruz, muerto en 1591, todavía está perfectamente suave.

Sangre fresca

Otro fenómeno que desafía las explicaciones científicas es la emanación de sangre fresca que procede de una buena cantidad de estos cadáveres, muchos años después de su muerte. Fue observado ochenta años después de la muerte de San Hugo de Lincoln, cuando se separó la cabeza del cuello. Nueve meses después de la muerte de San Juan de la Cruz, fluyó sangre fresca de la herida resultante de un dedo amputado.

Luces

Aunque no contribuyó en nada a la preservación de estas reliquias, la aparición de luz en los cadáveres y tumbas de algunos de estos santos señaló dónde se encontraban. La santidad de San Guthlac fue afirmada por muchos testigos que vieron la casa en que murió envuelta con una luz brillante.

Otros fenómenos

El aceite que fluye cada cierto tiempo, durante siglos, del cadáver del Beato Matías Nazzarei de Matelica, fallecido en 1320. El mismo fenómeno se registra en el cadáver incorrupto de la Beata Mariana de Jesús.

Milagro y religión

Budismo

El Haedong Kosung-jon de Corea (Bigrafía de los monjes de las alturas) registra que el rey Beopheung de Silla había deseado promulgar el budismo como la religión de estado, pero que fue impedido por los oficiales de la corte. En el décimo cuarto año de su reinado, el "Gran Secretario" de Beopheung, Ichadon, concibió una estrategia para vencer a la oposición cortesana. Ichadon lo convenció de proclamar al budismo como religión oficial a través de un sello real. Le dijo que en cuanto los oficiales la recibieran, debía negarla y exigir una explicación. Ichadon confesaría en su lugar y aceptaría la pena de muerte y así sería rápidamente considerada una falsificación. Ichadon le profetizó al rey de que en su ejecución un maravilloso milagro convencería a los oficiales sobre la grandeza del budismo. Todo iba según lo planeado y los oficiales mordieron el anzuelo. Entonces, cuando Ichadon fue ejecutado en el décimo quinto día del noveno mes del año 527, se cumplió su profecía; la tierra se sacudió, el sol se oscureció, bellas flores llovían sobre sus cabezas, su cabeza amputada voló a las sagradas montañas Geumgang y se roció leche en vez de sangre treinta metros sobre su cadáver decapitado. Los opositores aceptaron el augurio como una manifestación de la aprobación del Cielo y ese día el budismo se convirtió en religión oficial en el año 527 EC.3

El Honchō Hokke Reigenki (c. 1040) de Japón contiene relata diversos milagros budistas. Los milagros desempeñan un papel importante en la veneración de las reliquias budistas en el sudeste asiático. Así, Somawathie Stupa en Sri Lanka es sitio de peregrinaje cada vez más popular y un destino turístico debido a los múltiples reportes sobre rayos de luz milagrosos, apariciones y relatos modernos, que a menudo se han registrado en fotografías y videos.

Bril Jesus walking on the Sea of Galilee
Jesús de Nazareth camina sobre las aguas

Cristianismo

Según el cristianismo, un milagro es en sí un hecho sobrenatural en el cual se manifiesta el amor de Dios hacia los seres humanos.

En el caso del Nuevo Testamento se encuentra una gran cantidad de milagros, principalmente aquellos realizados por Jesús.Cuando se analiza un relato de milagro desde la perspectiva literaria, no se hace ningún juicio sobre el valor histórico del mismo. La investigación histórica tienen sus propias reglas, que son diferentes de las literarias.

Pablo de Tarso presentó al carisma de obrar curaciones y al poder de obrar milagros como procedentes del espíritu de Dios y destinados al bien común: "En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. (...) A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otro carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad". (I Corintios 12, 1.7-11; Biblia de Jerusalén)

Para el cristianismo en general, el milagro sería un hecho sin explicación científica razonable. Agustín de Hipona ofreció la siguiente definición de milagro: "Milagro llamo a lo que, siendo arduo e insólito, parece rebasar las esperanzas posibles y la capacidad del que lo contempla" (De utilitate credendi, 16,34).

Pero el mismo autor no pone tanto énfasis en los milagros como "desafíos a las leyes naturales". Agustín de Hipona marca que todos los hechos (ordinarios o extraordinarios) tienen una significación religiosa: visto desde el punto de vista de la fe, "tanto el crecimiento de la mies como la multiplicación de los panes tienen el sello del amor y del poder del Dios".

The Healing of the Blind Man and the Raising of Lazarus
La curación del ciego y la resurrección de Lázaro

Iglesia católica

Tomás de Aquino, en el siglo XIII, definió milagro como algo hecho por Dios más allá de las causas conocidas por los hombres (cf. Suma teológica, I parte, q. 105, a. 7).

En la actualidad, la fe y la ciencia no se consideran excluyentes en la Iglesia católica, según señala el Concilio Vaticano II: "... Por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte. Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposición entre la ciencia y la fe. (Gaudium et Spes 36, 2 – Concilio Vaticano II).

Como consecuencia de lo anterior, la posición actual de la Iglesia católica no es opuesta a la ciencia. El milagro no es considerado hoy un "suceso mágico" que controla las fuerzas cósmicas, sino -en la postura de los creyentes- un suceso que dependería de Dios (de quien, por otra parte, también dependerían todas las leyes naturales). Para los creyentes, científicos o no, la atención no se centra en lo sorprendente o extraordinario del hecho ocurrido, sino en la autoridad de quien supuestamente lo realizó (Dios).

Además, el milagro, en el pensar de los creyentes, sólo se concede por motivos que escapan al intelecto del ser humano, y que se sitúan en el mismo misterio de Dios.

Hay, pues, hechos que resultan para la ciencia "inexplicables" por las leyes naturales, al menos hasta el día de hoy. La forma de interpretación de esos hechos depende de la creencia o del pensamiento de cada cual, y no definen al hecho en sí, sino al individuo que lo interpreta.

Los Milagros y la Ciencia y la Filosofía

El filósofo Karl Popper argumentó que los milagros, entendidos como una intervención en el universo de una entidad todopoderosa superior al propio universo, no pueden ser estudiados por el método científico. Según Popper, una proposición no puede considerarse ajustada al método científico si fuese imposible verificar su eventual falsedad. Hablando de los milagros mismos, científicamente, se pueden hacer hipótesis que buscan explicar un determinado fenómeno, para demostrar o no una explicación al suceso por medio de un experimento. El problema es que, muchos de los que afirman la existencia de milagros, suelen no efectuar un análisis serio antes de concluir que algo no tiene explicación. Además, parece para muchos una contradicción lógica afirmar que a "algo que no tiene explicación científica" pueda atribuírsele una "explicación sobrenatural". Eso hace que el, en parte del mundo académico, la existencia de milagros haya perdido credibilidad -aún para personas teístas liberales.

El escepticismo científico busca descartar su existencia por medio de la lógica y mediante explicaciones naturales y analizar críticamente las evidencias dadas a una afirmación milagrosa.

El psiquiatra Sigmund Freud escribía que, a la ciencia le corresponde encontrar una verdad objetiva detrás de las cosas y, por lo tanto, no es posible declarar que la ciencia es sólo un campo de la actividad humana, y que la interpretación "mágica" (o de religiosos conservadores) sea un campo "diferente".

Se trata de un argumento que suele ser usado para reclamar la "veracidad" de hechos no ordinarios, argumento que suele ser simplemente una interpretación personal dada en base a sus creencias. Freud llama a la búsqueda de la verdad e insta a hacer una crítica a las creencias que quieran usurpar el terreno de la objetividad y de la misma ciencia.

En la psicología, la práctica en la religión, religión popular y superstición, la correlación es un presupuesto que relaciona rituales religiosos, oraciónes, sacrificios u observancias de un tabú con ciertas expectativas de beneficio y recompensa se le conoce como pensamiento mágico, predisponiendo al practicante a interpretar los eventos futuros como producto de una intervención sobrenatural.

Se suele invertir la carga de prueba por parte de quien afirma la existencia de un milagro. Sin embargo, desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia, "quien dice que algo existe es quien lo debe demostrar", mediante razones lógicas. En ese caso, la carga de prueba del escéptico se restringe a refutar y descartar la descripción del milagro. Por esa misma razón, en el pensamiento escéptico, la posibilidad de un milagro se autodestruye cuando la atribución de milagro a un suceso se funda únicamente en la percepción o el pensamiento subjetivo. Eso, porque desde el siglo XVIII, el empirismo dejó expuesto que las sensaciones y percepciones comunes pueden engañarnos.

Por lo tanto, no se puede afirmar que no existan razones, dentro del mundo académico, para sostener una postura escéptica ante tales sucesos, puesto que pueden ser analizados en el marco de la lógica, como hizo David Hume.

A veces, los llamados "milagros" en sentido laxo carecen de una investigación seria, y no suelen tomar en cuenta otros aspectos que pueden ser condicionantes de la opinión: fanatismo, efecto placebo, apofonias, remisiones espontáneas naturales en compañía de la ley de los números realmente grandes, efectos de tratamientos previos, o el estado psíquico o emocional de la persona.

Sin embargo, no es posible generalizar una única postura científica. "Le Bureau des Constatations Médicales" y de "Le Comité Médical International" de Lourdes, que rigen el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes, siguen protocolos estrictos.

Para que una curación se considere "inexplicable" para la ciencia se deben cumplimentar una serie de requisitos, entre los que se cuentan: (a) que la dolencia sea incurable; (b) que se haya puesto de manifiesto la total ineficacia de los medicamentos o protocolos empleados en el tratamiento de dicha dolencia; (c) que la curación haya sobrevenido de manera instantánea o casi instantánea; (d) que la curación haya sido absoluta; (e) que la curación no sea resultante de una interpretación derivada del estado psíquico de la persona.

De los aproximadamente 7000 casos de curaciones registrados en expedientes, sólo 67 han sido reconocidos como "milagros".

Tal es el grado de rigor manifestado en este tema que la curación de Marie Bailly, aquejada de peritonitis tuberculosa en último estadio (el famoso "Dossier 54" de los Archivos de "Le Bureau des Constatations Médicales" de Lourdes), y testimoniada por el Dr. Alexis Carrel (premio Nobel de Medicina en 1912), no se encuentra incluida entre los casos considerados "milagrosos" por la Iglesia Católica, simplemente por una insuficiente constatación del estado psíquico de la paciente previo a su curación.

En una opinión editorial, el Center for Inquiry calificó algunas de las certificaciones del Bureau como "vagas y poco científicas".

Desde diciembre de 2008 "Le Comité Médical International" de Lourdes dirigido por el doctor Patrick Theiller cesó en definir cualquier curación como milagro. Jamey Keaten puntualizó los conceptos del secretario de ese panel internacional de médicos: el Bureau sigue reconociendo casos de curación "notable", pero dejan en manos de la Iglesia decidir si se trata de "milagros".

Desde que David Hume demostró que nuestras percepciones pueden engañarnos, los "testimonios" carecen para algunos de credibilidad en el mundo académico. Desde el punto de vista médico, el milagro no es considerado por muchos una contradicción de las leyes de la naturaleza, sino una aceleración inexplicable del proceso normal de curación".

Efecto placebo

El efecto placebo (del latín placēbō, “complaceré”, futuro indicativo de la primera persona del singular de placeō “Yo complazco”), es el conjunto de efectos sobre la salud que produce la administración de un placebo, que puede ser en forma de pastilla, una terapia, la automedicación o un mero acto médico, y que no se deben al efecto específico de ningún acto médico.

En investigación médica, el efecto placebo aparece en diferentes situaciones y depende del grado de sugestión. Los placebos más comunes incluyen pastillas de azúcar, infusiones y cirugías placebo, pudiendo ser también cualquier otro procedimiento en el que se da información falsa al paciente. Los efectos positivos del placebo desaparecen cuando se informa a los pacientes de la realidad del medicamento que están tomando.

También es el causante de que funcionen los métodos de la medicina no convencional, en que los pacientes se curan solo si creen en la curación, no porque el método aplicado sea efectivo contra esa enfermedad.

La explicación neurocientífica postulada para este fenómeno sería la estimulación (no por parte de la sustancia placebo, de lo contrario no entraría en la definición) de los cortex prefrontal, orbitofrontal y cingulado anterior, así como el núcleo accumbens, la amígdala, la sustancia gris periacueductal y la médula espinal, que influyen en la percepción de la salud, como se ha comprobado en estudios de resonancia magnética funcional.

Hay gran variabilidad en la presentación de este efecto y la aparición del mismo está determinada por factores del individuo, de la sustancia (incluida su forma de administración) y del medio en el que se realiza el tratamiento. Sin embargo, la cuantificación de este fenómeno es muy útil para determinar la utilidad y seguridad de fármacos y otras sustancias en la terapéutica.

El uso más importante de los placebos dentro de la práctica clínica actual es el de los ensayos clínicos controlados. En las investigaciones de laboratorio y en la fase de ensayos clínicos con fármacos la población en la que se prueba el efecto del fármaco se divide en dos grupos seleccionados aleatoriamente (muestra), de modo que uno de ellos recibe la medicación (grupo experimental) y otro recibe una sustancia inerte o placebo (grupo control). Si el fármaco es efectivo, los resultados correspondientes al grupo experimental muestran diferencias estadísticamente significativas respecto de los resultados obtenidos en el grupo control.

Los pacientes que se incluyen en los ensayos clínicos controlados reciben mucho más que una sustancia farmacológicamente inerte. Muchas veces estos enfermos presentan una evolución mejor que el resto de pacientes no incluidos en el ensayo y a veces tan buena o mejor que los pacientes incluidos en el brazo experimental. El medio sanitario en el que están envueltos es curativo por:

La consulta médica y el hospital, porque hay "más controles".
La explicación detallada de la enfermedad, del tratamiento, del pronóstico y del ensayo clínico favorecen el conocimiento de la situación por parte del enfermo, su asimilación y colaboración.
La exploración física, porque el tacto humano es terapéutico.
Las exploraciones complementarias porque la sofisticación tecnológica sorprende a los pacientes creyendo que todos esos aparatos "lo ven por dentro", alcanzando un diagnóstico certero.
Tomar algo, ya que el tratamiento de la medicina es concebida por la población desde la mitad del siglo XX como que hay que tomar un medicamento.

El placebo significa también en la psicología la mejora de un paciente con déficit mental. Es la incapacidad para asumir sus defectos físicos.

Un estudio realizado por el Sistema de Salud de la Universidad de Michigan explica los fuertes efectos fisiológicos que presentan algunos pacientes al uso de placebos.

En este estudio el grupo de neurología de esta universidad ha localizado un área del cerebro que se activa cuando el paciente cree que está tomando un medicamento.

Se usaron dos tipos de escáneres diferentes en personas totalmente sanas:6

Se realizaron Tomografías por Emisión de Positrones (PET)a 14 voluntarios.
Resonancia Magnética Funcional fMRI: Se sometieron los 14 anteriores, 16 voluntarios más y 18 personas a las que no se les sometió a PET pero que a las se les sometió a las mismas pruebas que a los demás dos veces.

Los resultados se combinaron. Al grupo de personas completo, se les iba administrando una inyección dolorosa, se registraba la actividad del dolor y luego se les administraba el placebo. A los grupos de 14 y 16 personas se les advirtió que si conseguían describir los efectos de dicho 'analgésico', recibirían una recompensa de 5 dólares. Al grupo de 18 personas se les informó la verdad de lo que se les iba a administrar.

La investigación reveló que en los pacientes más receptivos al uso de placebos se activaba la producción de dopamina, un tipo de neurotransmisor responsable de múltiples actividades fisiológicas como la creación de los sentimientos placenteros.

Por el contrario, en los pacientes a los que se les advirtió de la verdad, no había reacción e incluso alguno podía llegar a experimentar el efecto "nocebo".

Remisión espontánea de enfermedad

Se denomina curación espontánea, regresión espontánea o remisión espontánea a la mejora o cura inesperada de una enfermedad que normalmente sigue otro curso clínico. El término remisión espontánea se usa frecuentemente en casos de enfermedades crónicas o graves, como el cáncer que mejoran sin causa conocida. En ocasiones estas sanaciones extraordinarias se les considera milagrosos, aunque existen explicaciones naturales para su existencia.

Aunque la frecuencia de las curaciones espontáneas es altamente dependiente de la enfermedad considerada, su frecuencia, por definición es muy baja, ya que de otro modo sería considerada parte de la evolución clínica normal de la patología. En el caso del cáncer, por ejemplo, aunque cada tipo de tumor tiene un comportamiento diferente, se estima que alrededor de 1 de cada 100000 casos cura de forma espontánea.

Estas estadísticas, sin embargo deben manejarse con cuidado, ya que no todos los casos de remisión espontánea son reportados, bien porque el caso no está bien documentado, porque los médicos que trataron al paciente no publicaron el caso o simplemente porque el paciente estaba siguiendo un tratamiento al que se atribuyó la mejora.

Las posibles explicaciones de los casos de curación espontánea son variadas y no siempre es posible atribuir de forma segura una causa a la remisión. Una de las causas más frecuentemente estudiadas es el efecto placebo, en el que un tratamiento inerte provoca la curación o mejora de los síntomas debido a la sugestión del paciente. También puede ocurrir que haya ocurrido un error de diagnóstico y que el paciente realmente nunca hubiera padecido la dolencia diagnosticada. Finalmente, la remisión también puede deberse a la acción de los mecanismos naturales de regeneración y defensa del cuerpo humano. Aunque el cuerpo no sea normalmente capaz de enfrentarse a una patología determinada, como el cáncer o algunas enfermedades infecciosas, en algunos casos se puede producir una respuesta más fuerte de lo habitual o el agente causante puede estar debilitado, lo que haría posible la curación espontánea.



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Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Milagro
https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_placebo
https://es.wikipedia.org/wiki/Remisi%C3%B3n_espont%C3%A1nea
https://es.wikipedia.org/wiki/Incorruptibilidad_cadav%C3%A9rica
https://www.youtube.com

Fotos: https://commons.wikimedia.org/wiki/Main_Page
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cuerpo_Incorrupto_de_La_Siervita...

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