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Cielo e Infierno: Dilema de la vida

Según muchas religiones, el infierno es el lugar donde, después de la muerte, son torturadas por el Diablo y los Demonios eternamente las almas de los pecadores. Es equivalente al Gehena del judaísmo, al Tártaro de la mitología griega, y al Inframundo de otras religiones. El Cielo es un concepto del más allá presente en muchas religiones y filosofías espirituales. También definido en religión como lugar de morada de los Dioses, Ängeles y las Almas humanas.

Hay quienes afirman que el Cielo (o el Infierno) es el destino final en el más allá para muchos o todos los humanos. En julio de 1999 el papa Juan Pablo II dijo: "Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría".

Algunos fieles y teólogos han rechazado la existencia del infierno por considerarla incompatible con el amor del Dios omnipotente.

En cuanto al cielo, diversas religiones lo han descrito como un lugar poblado por ángeles, dioses o héroes. Suele ser interpretado como un espacio de felicidad eterna. Generalmente se cree que la relación entre este concepto y la esfera celeste fue propuesta por primera vez por los antiguos astrónomos-sacerdotes.

En la teología católica, el infierno es una de las cuatro postrimerías del hombre. No se le considera un lugar sino un estado de sufrimiento. En contraste con el infierno, otros lugares de existencia después de la muerte pueden ser neutros (por ejemplo, el Sheol judío), o felices (por ejemplo, el Cielo cristiano).

The hell mosaic coppo di marcovaldo baptisterium florence

El Infierno

Algunas teologías del infierno ofrecen detalles gráficos y siniestros (por ejemplo, el Naraka del budismo, uno de los seis Reinos del Samsara). Las religiones con una historia divina lineal a menudo conciben el infierno como infinito (por ejemplo, las creencias del cristianismo), en cambio las religiones con una historia cíclica suelen mostrar el infierno como un período intermediario entre la reencarnación (por ejemplo, el Diyu, reino de los muertos de la mitología china). El castigo en el infierno habitualmente corresponde a los pecados cometidos en vida. A veces se hacen distinciones específicas, con almas condenadas sufriendo por cada mal cometido (ver como ejemplo el Mito de Er de Platón o el poema de La Divina Comedia de Dante Alighieri), mientras que otras veces el castigo es general, con pecadores siendo relegados a una o más cámaras del infierno o niveles de sufrimiento (por ejemplo, según Agustín de Hipona los niños no bautizados, aunque privados del Cielo, sufrían menos en el infierno que los adultos no bautizados). En el islam y el cristianismo, de todas maneras, la fe y el arrepentimiento tienen mayor importancia que las acciones en determinar el destino del alma después de la muerte.

El infierno es usualmente imaginado como poblado por demonios, quienes atormentan a los condenados. Muchos son gobernados por un rey de la muerte:

Nergal (dios sumerio-babilonio, señor de los muertos)
Iama (dios benigno en el hinduismo)
Satanás (entidad que representa la encarnación suprema del Mal).

Otras concepciones del infierno suelen definirlo abstractamente, como un estado de pérdida más que una tortura en un lago de fuego literalmente bajo la tierra. También hay quien entiende que los muertos no están conscientes y el infierno no puede ser un lugar abrasador de tormento donde las personas malvadas sufran después de la muerte.

La palabra infierno se halla en muchas traducciones de la Biblia. En algunos casos es traducida por ‘sepulcro’ o ‘el lugar de los muertos’ y en otras se deja sin traducir, como en el caso de la palabra hebrea she'ol que equivale a la griega hai′des, es decir la tumba de toda la humanidad. También está en este caso la palabra griega ge′en•na que hace referencia a la destrucción eterna.

La teología cristiana ha discutido la noción de «infierno» a lo largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba del lugar en el que se castiga eternamente a los pecadores, en el que los tormentos no podían ser conmutados.

Sin embargo señala la Enciclopedia católica de principios del siglo XX (una de las obras más vastas del catolicismo) que "el dogma católico no rechaza el suponer que Dios pueda, a veces, por vía de excepción, liberar un alma del infierno". No obstante, la misma Enciclopedia dice que "los teólogos son unánimes en enseñar que tales excepciones nunca ocurrieron y nunca ocurrirán". Acerca del uso del término "fuego" que "no hay suficientes razones para considerar el término fuego como una mera metáfora". El 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8000 fieles en el Vaticano, el papa Juan Pablo II dijo: "Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría".

Aunque, para algunos, estas palabras de Juan Pablo II provocaron polémica, no se niega la existencia del infierno, pero se le da un sentido espiritual, antes que concreto y material. Algunos fieles y teólogos, como Hans Küng, han rechazado la existencia del infierno por considerarla incompatible con el amor del Dios omnipotente.

Sin embargo hay consenso en creer que no es Dios quien "envía" al hombre al purgatorio o al infierno, sino que es el hombre mismo (por las actitudes y obras que vivió en su tiempo de existencia terrena), quien decide libremente su destino final; si ha creído en Jesús y vivido piadosamente el cielo le esperará, si ha cometido pecados no confesados y necesita purificación para acceder al cielo, ella misma pedirá un tiempo en el purgatorio para purificarse y entrar a la gloriosa presencia de Dios, limpia; y si ha vivido en enemistad con Dios, con los demás y consigo misma, ella misma pedirá el destino que le corresponde como fruto de sus acciones y creencias.

En el protestantismo el infierno es presentado como un lugar de castigo y separación eterna de la presencia y gloria de Dios. La concepción antropológica de la teología protestante presenta a todos los hombres condenados desde su nacimiento (por el pecado original) a sufrir esta separación eterna y por tanto necesitados absolutamente de la misericordia de Dios para poder restablecer la relación con Dios, es decir, ser salvados mientras viven en este mundo. La adquisición de esta salvación es entendida como un regalo de Dios a aquellos hombres que se arrepienten de sus pecados y creen de corazón.

Igual que la mayoría de iglesias cristianas el protestantismo tradicionalmente viene creyendo igualmente:

Que tras la muerte, el alma de quienes se han salvado va al cielo y la de los que no al infierno (aunque con la peculiaridad de que el protestantismo niega el purgatorio).

Que tras la resurrección de la carne, alma y cuerpo volverán a juntarse tanto para quienes están en los cielos como para quienes están en los infiernos.

Que el castigo del infierno es eterno y consciente.

Que quienes no han sido redimidos van al infierno y se condenan eternamente sin que se espere ningún rescate por ellos.

Que Dios no condena al hombre sino que tal cosa es consecuencia justa de su pecado.

Maria Dreieichen - Fresko Kuppel 4 Apostel

Testigos de Jehová

El infierno de fuego nunca ha sido parte de las doctrinas de los Testigos de Jehová afirmando que el creer en ello sería difamar a Dios al contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor. Afirman que la idea del infierno es precristiana y proceden de la mitología de Mesopotamia.

Los Testigos de Jehová creen que el infierno es una traducción del griego Hades (el equivalente del Seól hebreo), que para ellos es el sepulcro común de la humanidad y no un lugar de castigo y tormento.

Mormones

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días predica que el infierno es un lugar preparado desde la fundación del mundo y en el hay almas que no encuentran descanso y están en estado de miseria y lamentación, conscientes de su estado caído y ruina espiritual. Es una especie de cárcel de "espíritus inmundos". Aún en este estado, el infierno es visitado y ministrado por ángeles que preparan a aquellas almas que tienen opción para la segunda resurrección y el juicio final.

Adventistas

Según la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el infierno no existe como un lugar físico en el que los perdidos sufren por la eternidad. Tal interpretación se basa en la secuencia de acontecimientos proféticos relatados en el capítulo 20 del libro de Apocalipsis, los que describen de qué manera el infierno será el modo que se utilizará para infligir una decisiva y final derrota al mal (la segunda muerte), describiéndolo como un fuego del cielo y un lago de fuego, al cual serán echados Satanás y sus seguidores. Para esta denominación los muertos permanecen en un estado inconsciente hasta la segunda venida de Cristo, momento en el cual serán resucitados.

En el judaísmo

El judaísmo, al menos inicialmente, creía en sheol, que se describe como una existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El Sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte, de la ausencia de vida, y no se refiere a una vida después de la muerte. En el Antiguo Testamento no se amenaza a los pecadores con ninguna vida de sufrimiento después de la muerte.

Pero en (Ezequiel 32:17-22) la escatología judía distinguió después entre un lugar especial para los justos y otro para los condenados o réprobos. Desde el siglo II el Sheol equivale, para los rabbanitas, al Gehena. También se conoce como Sheol-Abbadón, por este ángel del abismo que representa el mundo de ultratumba (Job 28:22) y se traduce como 'perdición'. La religión judía negaba cualquier vida después de la muerte.

Posteriormente empezó a introducirse la idea de resurrección. Había en el judaísmo dos corrientes: los fariseos creían en la resurrección y los saduceos la negaban. Pero la resurrección se entendía en una forma terrenal: se resucitaría para volver a llevar una vida terrenal. Sólo resucitarían los buenos. El castigo de los pecadores era la 'muerte eterna', que no era el infierno ni ningún sufrimiento de ultratumba, sino la ausencia de resurrección.

La posición judía mayoritaria actual es que el infierno es un lugar de purificación para el malvado, en el que la mayoría de los castigados permanece hasta un año, aunque algunos están eternamente.

En el islam

El islam prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el cristianismo, y las referencias al fuego del infierno abundan en el Corán.[cita requerida] Durante la vida, los ángeles escribanos, uno a cada lado (el de la derecha anota las buenas acciones, mientras el de la izquierda anota las malas) anotan las acciones de los hombres, y éstos serán juzgados de acuerdo con esos libros. El puente Sirat, delgado como un cabello, debe ser atravesado por los que se dirijan al Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del infierno. En cuanto a la estructura del infierno islámico, el libro más descriptivo es Las mil y una noches. En la Noche 493, este libro habla de un edificio de siete pisos, separados uno de otro por "una distancia de mil años". El primero es el único que se describe. Está destinado a los que murieron sin arrepentirse de sus pecados y en él hay montañas de fuego, con ciudades de fuego, las que a su vez contienen castillos de fuego, los cuales tienen casas de fuego, y éstas tienen lechos de fuego en los que se practican las torturas, todo en número de setenta mil.

Buddhist hell

Hinduismo y budismo

La descripción que hace Voltaire no es exacta en lo que se refiere a las filosofías orientales. El hinduismo y el budismo creen en el infierno, aunque sólo como escenario transitorio en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree en 21 infiernos en los que se pueden reencarnar los que han cometido faltas mortales.

El Bhagavad Guitá (incluido en el poema épico sánscrito Majábharata, dice: "El infierno tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la avaricia". Y en él caen "los hombres de naturaleza demoníaca" hasta ser aniquilados. El budismo reelaboró la doctrina hinduista y su ortodoxia prevé esferas infernales en las que pueden reencarnar los mortales agobiados por un mal karma (deudas vitales, elecciones incorrectas...): la esfera de los espíritus torturados por el hambre y la de los demonios en lucha. El Reino de los Narakas es el infierno budista.

Gehena

La puerta del sudoeste de Jerusalén, abierta hacia el valle, vino ser conocida como «valle del hijo de Hinom» (Jer 7:31,19:2-6); el libro de Jeremías habla de los residentes que adoraban a Moloch (Jer 32:35), presagiando la destrucción de Jerusalén. En épocas antiguas, en el Tofet según el Antiguo Testamento, los cananeos sacrificaban a niños al dios Moloch, quemándolos vivos; una práctica que fue proscrita por el rey Josías (2Reyes 23:10). Cuando la práctica desapareció, se convirtió en el vertedero e incinerador de la basura de Jerusalén.

Luego pasó a ser considerado el infierno o purgatorio judío, así como el infierno cristiano.

Antiguo Egipto

Voltaire en su Diccionario filosófico, anota que egipcios y griegos enterraban a sus muertos y creían simplemente que sus almas quedaban con ellos en un lugar sombrío. "Los indios, mucho más antiguos, que habían inventado el ingenioso dogma de la metempsicosis (reencarnación), jamás creyeron que las almas estuvieran en el subterráneo", señala Voltaire. Y agrega: "Los japoneses, los coreanos, los chinos, los pueblos de la vasta Tartaria oriental y occidental, ignoraron la filosofía del subterráneo".

Antigua Grecia

Averno era el nombre antiguo que se le daba, tanto por griegos como romanos, a un cráter cerca de Cumas, Campania. Se creía que era la entrada al inframundo, a los infiernos. Según el escritor griego Diodoro de Sicilia, el Averno sería un lago oscuro e inmenso.

Los griegos creyeron que las almas de los muertos permanecían en el Hades, al que se llegaba después de atravesar la laguna Estigia. Allí no sufrían otro tormento que el de su exilio y separación de sus seres queridos. Algunos podían mostrarse arrepentidos de sus faltas, como lo imagina Homero, en su poema Odisea que hace descender a su héroe al Hades. Odiseo habla allí con sus camaradas muertos en la guerra de Troya y con su propia madre.

El Hades de los griegos está regido por el dios del mismo nombre, hijo del titán Crono. Aunque puede ser cruel, Hades no es maligno. Los romanos le adoptaron como Plutón, y además de otorgarle el reino de los muertos, le dieron la custodia de los metales preciosos bajo la tierra. Los griegos poblaron el Hades de otros seres mitológicos, como las Furias y las Moiras. Las primeras habitaban bajo la tierra pero solían atormentar a los malos en vida. Eran mujeres con cabellera de serpientes, llamadas también Erinias. En cuanto a las Moiras (llamadas en Roma Parcas), su tarea era hilar el hilo de la vida de cada mortal y cortarlo en el momento justo. Hades estaba acompañado también por Cerbero, perro de tres cabezas, y por Caronte, el barquero que conducía las almas hacia el mundo subterráneo.

Inframundo griego

Entre los reinos que formaban el Inframundo griego se incluyen:

El gran foso del Tártaro consistía en una gran prisión fortificada rodeada por un río de fuego llamado Flegetonte. En un principio sirvió exclusivamente como prisión de los antiguos titanes como Cronos, el padre de Hades y de Zeus pero luego pasó a ser el calabozo de las almas condenadas, entre las que se encontraban Ticio, Tántalo y Sísifo.

El territorio de los muertos, gobernado por el dios Hades, que también suele recibir el nombre de hogar o dominio de Hades (domos Aidaou), Hades, Érebo, los prados asfódelos, Estigia y Aqueronte.

Las Islas de los Bienaventurados o Islas Elíseas gobernadas por Hades. Allí, recidían tras su muerte, los grandes héroes míticos, como por ejemplo Aquiles, Diomedes y Peleo.

Los Campos Elíseos, gobernados por Radamantis, eran la morada de los muertos virtuosos y los iniciados en los misterios antiguos. Sus habitantes tenían la posibilidad de regresar al mundo de los vivos, aunque no muchos lo hacían.

Los cinco ríos del Hades eran: Aqueronte (el río de la pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio), que limita con los mundos superiores e inferiores.

Garden delights

Mitología nórdica

En la antigua mitología nórdica, existía un mundo tenebroso para las almas de aquellos a los que no se les concedía entrar en el Valhalla. Sólo los mejores guerreros eran llevados a esa casa techada con escudos de oro. Los que no iban allí, eran entregados a Hela, diosa del mundo subterráneo y habitante del llamado Helheim (literalmente, morada de Hela). En el poema de la Edda mayor llamado La profecía de la vidente se dice que en el reino de Hel el lobo destroza los cadáveres de los asesinos, los perjuros y los que sedujeron mujeres de otros. Es la única alusión a tormentos en esa compleja mitología.

Mitología mexica

Contrariamente a lo que ocurre con el conocimiento que poseemos sobre las concepciones del inframundo de otras culturas, la información que existe sobre los destinos postmortem de los pueblos mesoamericanos, incluídos los grupos nahuas y entre ellos el pueblo mexicano, deviene de fuentes coloniales y de las interpretaciones que de ellas se ha hecho. Por tanto el sesgo cultural que ésta manifiestan es un factor importante a considerar.

Según diversos estudiosos del tema, los grupos nahuas creían que los muertos podían ir a diversos parajes al morir: el Tonatiuhichan para los guerreros que morían en el campo de batalla y las mujeres que fallecían en labor de parto. El Tlalocán, a donde iban los difuntos cuyas muertes estaban relacionas con el agua, ya sea muerte por ahogamiento, rayos o enfermedades como la hidropesía, lepra, la gota y el herpes. Los bebés iban al Chichihualcauhco donde un árbol maravilloso los amamantaba. Y el Mictlán al que llegaban los muertos comunes sin importar su rango social, siendo el paraje más popular.

Debido al proceso evangelizatorio del siglo XVI en toda América, específicamente en lo que actualmente es México se equiparó al Mictlán con el Infierno judeo cristiano, para así facilitar la comprensión de éste último a los indígenas. Sin embargo esta equiparación es poco acertada. Si bien ambos destinos se conciben como lugares ubicados en las entrañas de la tierra, la característica más representativas del Infierno, el castigo sufriente causado por el pecado, es inexistente en el Mictlán.

Zoroastrismo

Dentro del contenido religioso zoroastrismo, Zoroastro o Zaratustra describió con gran detalle la llegada del juicio final para los impíos, incluida la aniquilación, purgación en metal fundido, y el castigo eterno, con el último enfrentamiento entre Ahura Mazda (el Bien) y Angra Mainyu (el Mal). Sin embargo, la representación del infierno se describe en el Libro de Arda Viraf.

Inf. 34 Priamo della Quercia

La divina comedia, de Dante Alighieri

Dante describe el infierno en forma de embudo incrustado en el centro de la tierra y está dividido en nueve círculos y en cada uno de ellos los condenados son sometidos a distintas penas, según la gravedad de los pecados.

Dante Alighieri muestra en el Canto XXXII que el lugar más terrible del infierno no es un horno de llamas, sino un lago de hielo.

Virgilio, el más célebre de los poetas latinos, conduce a Dante Alighieri, a través del infierno, donde las almas pecadoras del mundo son atormentadas sin cesar. El más profundo y terrible lugar de torturas del infierno no es un horno de llamas, sino un lago de hielo, donde todos los traidores, deben permanecer congelados por toda la eternidad.

En el Canto XXXIV, Dante, queda sorprendido por la presencia de Lucifer, al ver que su cabeza tiene tres rostros, uno por delante, y los otros dos se unen a éste por medio de los hombros y se juntan por detrás en lo alto de la coronilla. Judas Iscariote aparece con su cabeza metida dentro de la boca de Lucifer y agita fuertemente las piernas fuera de ella. De las otras dos fauces salen las extremidades de Marco Junio Bruto y Casio, que provocaron la muerte a Julio César.

El infierno de Dante muestra rasgos de la mitología griega, al mostrar los ríos de Aqueronte, Estigia, Flegetonte y Cocito, además de diversos personajes de esa misma mitología (Flegias, Caronte, Centauros, Cerbero, etc.) así como históricos (Octavio Augusto, Cleopatra VII).

El Cielo

Existen abundantes y diversas fuentes para concepciones del Cielo, la visión típica del creyente parece depender en gran medida de su tradición religiosa particular. Diversas religiones han descrito el Cielo como poblado por ángeles, dioses o héroes. El Cielo suele ser interpretado como un lugar de felicidad eterna. Generalmente se cree que la relación entre este concepto y la esfera celeste fue propuesta por primera vez por los antiguos astrónomos-sacerdotes.

El concepto de Cielo fue supuestamente importado al judaísmo desde el zoroastrismo, quizá por el profeta Daniel debido a su exposición a los magos zoroastrianos en la corte de Darío I. La creencia en el Cielo parece haber suplantado el anterior concepto de Sheol (mencionado en varios libros de la Biblia, como Isaías 38:18, Salmos 6:5 y Job 7:7-10). Sin embargo, muchos teólogos afirman que el Sheol es el seno de Abraham, que era una parte del infierno administrada por Dios, y que Dios para sus profetas y creyentes (ya que, al ser pecadores, no podían ir con Dios); estarían allí hasta que sus pecados fueran redimimidos por el Mesías, entonces los que vivían allí serían llevados al Cielo, al igual que todos los redimidos que mueran. Los cristianos creen que Jesucristo fue el Mesías, que ya vino y los redimió, pero los judíos aún están esperando a su Mesías redentor profetizado en sus libros sagrados, Tanaj (los cuales los cristianos llaman Antiguo Testamento).

Allegory of peace and heaven - Prunksaal - Austrian National Library

Los conversos judíos a este concepto de Cielo e infierno incluían el grupo conocido como los fariseos. Los dogmáticamente conservadores saduceos mantuvieron su creencia en el Sheol. Aunque eran saduceos quienes representaban la mayoría religiosa judía, fueron los fariseos quienes mejor soportaron la ocupación romana, y su creencia en el Cielo y el infierno zoroastrianos fue transmitida al cristianismo y al islam (donde el Cielo es llamado Janah).

En el cristianismo, el Cielo es un retorno al estado de la humanidad anterior a la caída, un segundo y renovado Jardín del Edén en el que la humanidad se reúne con Dios en un perfecto y natural estado de existencia eterna. Los cristianos creen que esta reunión se logra mediante la obra redentora de Jesucristo de morir en la cruz por los pecados de la humanidad. Afirman que es un lugar de gozo, paz y felicidad infinita y eterna.



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Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Infierno
https://es.wikipedia.org/wiki/Cielo_(religi%C3%B3n)
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