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¿Por qué las religiones crearon el Purgatorio?

El Purgatorio es un concepto religioso muy polémico con especial presencia en la teología católica y la copta y se define como un estado transitorio de purificación y expiación. Es este sitio, según lo explican las iglesias que inventaron el purgatorio, después de la muerte, las personas fallecidas sin pecado mortal pero que han cometido pecados leves no perdonados, o graves ya perdonados en vida, pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatífica de Dios.
Debido a que todo aquel que entra en el Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano, el Purgatorio no es una forma de Infierno. Las plegarias a Dios por los muertos, la celebración de eucaristías y las "indulgencias" pueden acortar la estadía de una o varias almas que estén en dicho estado. Imagínese que usted pudiera comprar un certificado de la Iglesia por adelantado para obtener el perdón de un pecado que usted quisiera cometer, y que todavía no lo ha perpetrado. O, que después de haberlo consumado, no pagara ninguna pena porque comprara una “indulgencia papal”. Esta fue la política de la iglesia católica por un largo tiempo y que la llevó a la Reforma y al cisma de la Iglesia con Martín Lutero. Para los luteranos el purgatorio fue un invento del Vaticano para cobrarle a su feligresía oro y plata para quitarle años de castigo, o sencillamente ir directamente al cielo ya con sus pecados perdonados gracias a la compra a la Iglesia de unas cuantas "indulgencias".

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Según los catecismos de las religiones que creen en el Purgatorio, aunque las penas que se sufren son más leves que las del Infierno, también son muy dolorosas, pero no son eternas y purifican porque la persona no está empedernida en una opción por el mal. Por eso el Purgatorio es la purificación final de los elegidos, la última etapa de la santificación.
Uno de los máximos diferenciales del cristianismo frente a otras opciones religiosas es el perdón de los pecados en vida mediante la absolución gracias al sacramento de la confesión, que reduce el tiempo en el Purgatorio.

El Purgatorio en la Biblia

Aunque en la Biblia no existe la palabra Purgatorio, la Iglesia copta ortodoxa cree que las almas, después de la muerte, esperan el juicio final, en un lugar que no es el Paraíso ni tampoco el Hades. La Iglesia católica lo justifica interpreando algunos pasajes de la Biblia. Así señala las palabras de Jesucristo referidas en Lucas 12:58-59: “Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”. Se argumenta que si del Infierno no se puede salir, debe existir un lugar donde se cancele esa deuda, pues además, hablando de la “Jerusalén Celestial”, el libro Apocalipsis dice: “Nada manchado entrará en ella” (Ap. 21, 27). Luego, con la parábola del funcionario que no quiso perdonar, en Mateo 18:21-35, Jesús compara el Reino de los Cielos con alguien que pide perdón pero niega hacerlo; aun así advierte que el hombre puede cumplir su deuda: “Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Y Jesús añadió: Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano”(Mateo 18:34-35). Cabe recordar incluso que Jesucristo enseñó a orar poniendo la condición de ser perdonados, perdonando: “…y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;” (Mateo 6:12). Así, como en el Cielo no hay “verdugos” que cobren la deuda, el catolicismo concibe un lugar intermedio donde los salvados purifiquen las deudas pendientes.
Existe otro pasaje en el que Jesucristo habla de la existencia de otro mundo después de éste, donde se perdonan los pecados: "Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no lo perdonará ni en el mundo presente, ni en el venidero". (Mateo 12, 32).

Según el Vaticano, en 1.ª de Corintios San Pablo se hablaría supuestamente más claramente del Purgatorio:

La obra de cada uno se verá claramente en el día del juicio porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno. Si la obra que se construyó resiste, recibirá su salario. Si la obra se quema, será castigado, aunque se salvará como quien escapa del fuego. (1 Cor. 3, 13-15).
Hay además algunos teólogos y místicos que señalan que el Purgatorio se vive aquí en la tierra, siendo experimentada la purificación después de la muerte mientras que se vaga como alma en pena. Los vivos no podrían ver a las almas en pena salvo algunas excepciones. En este sentido, alma en pena pareciera corresponder al concepto de fantasma. Al respecto, el Apocalipsis anuncia: “El Anciano me replicó: Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero”. (Apocalipsis 7:14).

En la iglesia católica encontramos un gran número de santos que creen haber experimentado visitas de almas del Purgatorio, las cuales serían permitidas por su Dios para que se interceda de una manera más intensa por ellas tras estos encuentros sobrenaturales. Cabe destacar que en el Purgatorio existirían tantos estadios como personas, quedando algunas almas en un estadio muy próximo al Infierno y otras cercanas al Cielo.

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El Purgatorio en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento se refiere al concepto en el libro segundo de los Macabeos (12:45): “Pero él presumía que una hermosa recompensa espera a los creyentes que se acuestan en la muerte, de ahí que su inquietud fuera santa y de acuerdo con la fe. Mandó pues ofrecer ese sacrificio de expiación por los muertos para que quedaran libres de sus pecados”.

Este libro como el resto de los Deuterocanónicos no es aceptado por los protestantes.

Perspectiva copta y católica

La Iglesia Copta también arguye los capítulos 6 a 36 del libro de Enoc para defender la existencia del Purgatorio.
Entre los lugares del Antiguo Testamento que tanto la Iglesia Copta y la Iglesia Católica interpretan como relacionados con la expiación tras la muerte en un Purgatorio, están:

Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán.
Daniel 12,10

A este tercio lo meteré en el fuego, lo fundiré como se funde la plata, lo probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo lo oiré. Yo diré: 'Pueblo mío'. Él dirá: 'Yahveh es mi Dios'.
Libro de Zacarías 13,9

Desde la perspectiva católica y copta, se piensa que los pasajes anteriores dan a entender que en el "estado de purgación" las almas podrán ser purificadas (limpiadas) de la mancha de ciertos pecados, ya perdonados en cuanto a culpa; ese otro mundo no puede ser el Infierno, pues en él ya se está condenado; tampoco el Cielo pues nada que tenga mancha entrará ahí, por lo que este lugar debe ser un estado temporal. Lo que hay que purificar en el Purgatorio es el rastro de pecado, que ha quedado aun después de la confesión.

Perspectiva en la Iglesia protestante

La mayoría de las iglesias protestantes rechazan la creencia en el Purgatorio; de hecho, la Reforma luterana se inició precisamente con la denuncia que Lutero hizo contra la venta de "indulgencias". Lutero, fundador del protestantismo, describe el Purgatorio como una invención humana que confunde al hombre y le hace creer que hay perdón después de la muerte por medio de la compra de "indulgencias" y otros mecanismos.

Otro argumento que afirman los reformados esta en el hecho en considerar que las muestras bíblicas que señalan "un estado de purgacion" solo se encuentra en los llamados libros deuterocanónicos, los cuales desde su concepción, no deberían ser aceptados como canónicos, el ex-agustino Martín Lutero, precursor del movimiento declaró que los libros deuterocanónicos, al ser propios del canon griego (Septuaginta), sólo pueden ser considerado lectura edificante, siguiendo la opiniones de Jerónimo de Estridón.

Como la Iglesia lee los libros de Judit y Tobit y Macabeos, pero no los recibe entre las Escrituras canónicas, así también lee Sabiduría y Eclesiástico para la edificación del pueblo, no como autoridad para la confirmación de la doctrina. Jerónimo.

"Este prólogo a las Escrituras puede servir como un prefacio con yelmo [galeatus] para todos los libros que hemos vertido del hebreo al latín, para que podamos saber -mis lectores tanto como yo mismo- que cualquiera libro que esté más allá de estos debe ser reconocido entre los apócrifos. Por tanto, la Sabiduría de Salomón, como se la titula comúnmente, y el libro del Hijo de Sirá Eclesiástico y Judit y Tobías y el Pastor no están en el Canon." Jerónimo.

Sin embargo Jerónimo, tras presentarse como defensor de esta opinión en reuniones conciliares privadas, principalmente con otros conocedores de la escritura como Agustín de Hipona (que apoyaba la inclusión de los deuterocanonicos en el canon), decidió acatar la orientación establecida desde el Concilio de Roma (382) y el Concilio de Hipona en el año 393 d.c., aceptando la decisión de tratarlos como canónicos, pidiéndosele además escribir una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros, los cuales estaban todos en la Septuaginta, y el Nuevo Testamento con sus 27 libros.

Asimismo, Martín Lutero consideró que la opinión divergente de varios Padres de la Iglesia de la época sobre el trato que deberían recibir los deuterocanonicos en el canon oficial era un motivo viable para aceptar el orden del canon de los judíos, establecido en el Concilio de Jamnia, ejemplo de ello algunos casos particulares:

"Pero debiera saberse que hay también otros libros que nuestros padres no llaman canónicos, sino eclesiásticos, es decir, Sabiduría, llamado Sabiduría de Salomón, y otra Sabiduría, llamada la Sabiduría del hijo de Sirá, el último de los cuales los latinos llaman por el título general de Eclesiástico... A la misma clase pertenecen el libro de Tobit, y el libro de Judit, y los libros de los Macabeos... todos los cuales se han leído en las Iglesias, pero no se apela a ellos para la confirmación de la doctrina. A los otros escritos les han llamado apócrifos. Estos no han admitido que se lean en las Iglesias."
Rufino.

Sin embargo Rufino de Aquilea tenía una gran estima por ellos y los denominaba eclesiásticos, sin considerados literatura apócrifa como tal, y más adelante en su obra "Comentario a los doce patriarcas" hace notar la autoridad que tienen escrituralmente los Libros Libro de Baruc, Sabiduría y Libro de Sirácides.
"Está también el Panaretus, esto es la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Jesús, publicada en hebreo por el padre de Sirá y posteriormente traducido al griego por su nieto, Jesús hijo de Sirá. Estos son virtuosos y nobles, pero no son contados ni fueron depositados en el arca."
Juan Damasceno

Según parece Juan Damasceno mantuvo la misma base de la lista de libros de Epifanio de Salamina, que además está incompleta. Y hace hincapié en el hecho de aceptar como tal la decisiones establecidas por los concilios eclesiásticos sobre temas doctrinales:

"Coro de los Padres”, y por lo tanto al magisterio de la Iglesia tomado en su conjunto es al que debe atribuirse la inspiración, no cada Padre en particular, porque “una golondrina no hace verano”.
Sobre las Imágenes 1, 25.

A pesar que las constantes opiniones personales como las aquí expuestas sobre el proceso acaecido en la conformación y de-limitación de un canon escriturístico formal, se dio por sentado en la mayoría de los casos, el mantener y aceptar a nivel general como base el Canon Alejandrino cobijándose tal decisión bajo el Magisterio de la Iglesia que dio por definida tal controversia.

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El Purgatorio en el Nuevo Testamento

Uno de ellos, y tal vez el principal, es cuando el Apóstol San Pablo nos habla sobre el día del juicio y sobre qué pasará con aquellas personas que tuvieron fe y sirvieron a Dios, pero que sus obras no fueron tan buenas. Él lo explica así:

"Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego".
1Cor 3,13-15

Notemos dos aspectos fundamentales de lo que San Pablo quiere enseñar acerca de un creyente en Dios: en primer lugar afirma que si la obra resiste al ser examinada la persona se salvará, en este caso se está refiriendo a un cristiano que va directamente a salvarse, sin necesidad de pasar por una purificación. Pero, inmediatamente agrega que hay otra situación donde la obra de la persona no resistió el juicio y no dice que se va a condenar, sino que ese cristiano tendrá que pagar o ser castigado y se salvará, pero como quien pasa por el fuego.

Al seguir estudiando la Biblia sobre este tema, encontraremos que la existencia del Purgatorio es una consecuencia lógica de la Santidad de Dios, pues si Él es el tres veces santo (Isaias 6,3) o sea la plenitud de la santidad y perfección, entonces quienes estén junto a Él también deben de serlo (Mateo 5,48), por eso, quien es fiel a Dios, pero no se encuentra en un estado de gracia plena a la hora de morir, no puede disfrutar del Cielo porque la misma Biblia dice que en la ciudad celestial:

"No entrará nada manchado (impuro)"
Ap 21,27

Entonces, de acuerdo con ello, si un cristiano no puede entrar al Cielo por tener alguna mancha o impureza, ni tampoco sufrir el castigo eterno, es claro que tendrá que pagar en esta vida o en la otra.

Aparte de ello, el trasfondo de lo citado en Mateo 5, 25-26 establece una analogía entre "cárcel" y "estado de pena" transitoria para la persona deudora:

"Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel, Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo".

Esta "prisión" o "cárcel" escatologicamente hablando, no puede ser solamente considerada física como tal, y en menor caso como el Infierno, porque nadie "sale" de él en su condena definitiva, considerándose por demás otro "estado", en donde se pagarán completamente las deudas de menor agravio contra el prójimo (pecados veniales).

La Iglesia católica nunca ha enseñado que en el Purgatorio se perdonen pecados mortales, sino solo veniales que no mudan al creyente del estado de gracia habitual o santificante, necesaria para salvarse. Pero principalmente se enseña que en el Purgatorio se realiza la purificación de las reliquias del pecado.

Los protestantes consideran que la doctrina del Purgatorio disminuye la gracia salvadora de Cristo. sin embargo esta es una concepción limitada de lo que realmente ella testifica, ya que su enfoque como tal no está en reducir el alcance del poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres libres.

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Perspectiva protestante

Según la perspectiva protestante no hay Purgatorio ni perdón de pecados después de la muerte, sino que sólo hay dos estados posibles para el alma después de la separación del alma y el cuerpo: el Cielo para aquellos que tuvieron en vida fe en el perdón total de los pecados a través del sacrificio de Cristo, y el Infierno para los que no tuvieron fe o la perdieron durante las pruebas de la vida.

Desde esta misma perspectiva consideran, no hay pasajes bíblicos que puedan ser interpretados como la existencia de un estado intermedio entre el Cielo y el Infierno, tal como el Purgatorio. Lucas 16:26

La Biblia dice en Hebreos 9:27:
"Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio"

Indicaría, de acuerdo con ello, que una vez que una persona muera, inmediatamente irá al Cielo o al Infierno.

Otra cita del Nuevo Testamento con que católicos y coptos explican la existencia del Purgatorio es Mateo 12, 31-32:
A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el otro.

Esto para la concepción reformadora establece que simple y sencillamante el pecado contra el Espíritu Santo es imperdonable, sin posibilidad de redención en el Cielo, no especificando "la existencia de otro mundo intermedio" por lo que su condena al Infierno es "absoluta".

De acuerdo con el pensamiento protestante, la idea de Purgatorio anula y sustituye el sacrificio de Cristo, que es completo y eterno. Jesús, como Dios Salvador, realizó una obra de redención y remisión de pecados completa a través de su sacrificio en la cruz.

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Perspectiva ortodoxa

Según la doctrina de la Iglesia ortodoxa, mientras que en estos últimos siglos algunos niegan el Purgatorio o parece que dudan acerca de él, muchos de los que lo admiten dicen que las almas son purificadas y que por tanto son liberadas por los sufragios de los fieles, no mediante penas purificadoras, o por lo menos que estas penas no son suficientes sin los sufragios en favor de los difuntos.

El Purgatorio en el magisterio de la Iglesia católica

La doctrina del Purgatorio ha sido una enseñanza constante del Magisterio de la Iglesia. Además de la Biblia, la Iglesia se apoya en la tradición apostólica para definir una doctrina. En el caso del Purgatorio, el Catecismo cita a san Gregorio Magno y a san Juan Crisóstomo. Pero hay muchas citas sobre el Purgatorio en los llamados Padres de la Iglesia, tales como San Gregorio Magno (540–604), San Cesáreo de Arlés (470–543), Tertuliano (155-230),13 San Cipriano de Cartago (¿200?-258), San Agustín de Hipona (354-430), entre otros.

El Catecismo de la Iglesia Católica se refiere al Purgatorio o purificación final en los siguientes términos:

Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios.
Catecismo de la Iglesia Católica, 1054.

La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y Lyon, que refutaron a los griegos orientales: “Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del Purgatorio”.

Más extensamente fue formulada en el Concilio de Trento que insiste:
Cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos; aquellas, empero, que tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de tropiezo para los fieles.
Concilio de Trento

También se ha hecho referencia al Purgatorio en el último concilio ecuménico, el Vaticano II (1962-1965)
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica dedica un par de puntos que resumen esta doctrina:

El Purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.
En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del Purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la
Eucaristía, pero también limosnas, "indulgencias" y obras de penitencia.
Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 210-211

La Iglesia católica, usando un lenguaje actual, explica la doctrina del Purgatorio en los siguientes términos:

Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos (1 Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a purificarnos de toda mancha de la carne y del espíritu (2 Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta. Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección.

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Penas del Purgatorio

Según la doctrina católica hay una diferencia sustancial entre Infierno y Purgatorio, y éste no es un Infierno temporal. Propiamente hablando, sólo en el Infierno se da una verdadera pena de daño, ya que ella es el castigo ultraterreno a la aversión actual de Dios, que no se da en las almas del Purgatorio. Sin embargo pueden distinguirse:

Dilación de la Gloria. Tratada por la tradición teológica como pena de daño, es sin embargo cualitativamente distinta de la que se da en el Infierno, y consiste en el aplazamiento del Cielo. El alma queda privada de la visión beatífica (visión de Dios) mientras purga sus pecados. Esta pena implica que la presencia en el Purgatorio no puede prolongarse en el tiempo hasta más allá del Juicio Final.
Pena de sentido. La tradición de los Padres latinos es casi unánime en favor del fuego real y corpóreo, semejante al del Infierno, pero no ha sido necesaria todavía una declaración dogmática al respecto. Sí hay argumentos en la tradición, como el cuestionario de Clemente VI a los armenios, donde expresamente se pregunta si crees que son atormentados con fuego temporalmente. En cuanto a si Dios se vale de los demonios para la administración de las penas del Purgatorio, Santo Tomás (De purgatorio, Suppl. a.5) explica que no.

Sufragios

Son las ayudas que los fieles ofrecen a las almas del Purgatorio. Principalmente son:
Ofrecimiento de la Misa: Ya sea encargándole la Misa a un sacerdote, ya sea ofreciéndola mentalmente por un difunto.
Ofrecimiento de la Comunión: Los católicos, ortodoxos, coptos y luteranos creen que en la comunión se encuentra realmente Cristo. Cuando comulgan (reciben a Cristo), pueden ofrecerlo por reparación de las almas que les falta algo por purificar.
Misas gregorianas: Se denominan de esta manera, a la serie de misas en las que se debe interceder por un difunto durante treinta días sin interrupción. Su origen se vincula a un episodio narrado por San Gregorio Magno.
Indulgencia plenaria: Limpia todas las “manchas” que nos hayan dejado los pecados ya perdonados. Las "indulgencias" plenarias se obtienen de manera gratuita. Solamente hace falta realizar la acción indulgenciada, uniéndola a una comunión, un acto de caridad, rezar por las intenciones del Papa (Padre Nuestro, Ave María y Gloria) y confesarte en ocho días. Las principales acciones indulgenciadas son: rezo y meditación del Santo Rosario, en común; rezo meditación del Vía Crucis, en una iglesia; lectura y meditación de la Biblia, por más de 30 minutos; adoración al Santísimo, más de 30 min. Además es necesario hacer un acto de aborrecimiento total del pecado, tanto mortal como venial (esto no significa no volver a caer, pero sí al menos hacer todo lo posible por llevar una vida recta, pidiendo asimismo ayuda a Dios e intercesión ante Él a los ángeles, a los santos y a los demás fieles para ello, y asistiendo a la Confesión cuando se caiga).

Otros sufragios son: el ofrecimiento de las penas y alegrías, olvidar los insultos y perdonar a los que nos ofenden, ofrecer diversas oraciones, limosna y otras obras de misericordia.

El voto de ánimas

También llamado acto heroico de caridad, consiste en una donación completa de los efectos satisfactorios ganados con obras buenas, en favor de las almas del Purgatorio.

En palabras de San Agustín, todas las obras buenas que se practican en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio. El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la hace, y no puede cederse. Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios; lo impretratorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide. Por último, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar la pena por los pecados. Es este último efecto satisfactorio el que se cede a las ánimas del Purgatorio, ofreciendo a Dios una compensación por la pena temporal debida. No es un voto riguroso, ni requiere ningún formalismo más allá de hacerlo con el corazón, sino una cesión voluntaria que puede rectificarse en cualquier momento. Tampoco debería decirse heroico pues se gana más de lo que se cede.

Mariä Himmelfahrt, Ollersbach - purgatory

Iglesia copta

La Iglesia Copta, en cambio, acepta la existencia del Purgatorio. La única diferencia es que usa otra palabra. La principal base bíblica para afirmar la existencia del Purgatorio según esta Iglesia está en el Libro de Enoc en sus capítulos 6 36. Escritos antes del 160 a. C., estos se centran en el tema de los Vigilantes y hacen además una descripción detallada del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. En la Iglesia copta tradicionalmente se ofrecen rezos a Dios para que les muestre su misericordia a las almas de los difuntos que padecen en el Purgatorio y puedan ingresar al Cielo.

Iglesia ortodoxa

La Iglesia Ortodoxa moderna no acepta la existencia del Purgatorio, aunque es bastante inconsistente en su forma de plantear su postura. Sin embargo, tradicionalmente se ofrecen rezos en favor de los difuntos, pidiendo a Dios que les muestre su misericordia y amor.

Ánimas del Purgatorio, de Alonso Cano (Museo de Bellas Artes de Sevilla)

Islam

En el Islam existen conceptos parecidos de manera superficial con esta doctrina, como el Barzaj, el lugar, período o secuencia de trámites por los que el alma espera el Juicio Final, en lo que Mahoma describe como las peores horas de la vida de un hombre. La idea de que las almas que van al Infierno pueden sufrir allí la purificación y alcanzar el Cielo, permite a algunos opinar que el Infierno de los musulmanes es más parecido al Purgatorio de los católicos que al Infierno cristiano. Existe también el Araf, un alto muro o barrera en el que esperan los que han conseguido escapar del Infierno, pero no han sido autorizados aún a entrar en el Cielo. Asimismo se encuentran en ese lugar fronterizo las almas de los naturalmente inocentes, como los niños o los locos incapaces de distinguir el bien del mal
(Azora VII 44, Sagrado Corán).

Zoroastrismo

Otro lugar que responde en forma similar es el Hamistagan o Hamestagan del zoroastrismo, donde las almas de los que presentan un balance equilibrado entre sus buenas y sus malas obras, reciben la oportunidad (esta es la principal divergencia con el Purgatorio cristiano) que necesitan para ganar un sitio en el Cielo.

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El Purgatorio en la cultura

Existen numerosas manifestaciones artísticas relativas al Purgatorio. Como pueden ser edificios, vidrieras, tallas, retablos, varas de mando de las diversas cofradías, cuadros, obras de orfebrería, y así tenemos muestras iconográficas del Purgatorio, en todo tipo de manifestaciones artísticas.
Dante Alighieri menciona al Purgatorio en su obra máxima La Divina Comedia, es una de las tres partes de su obra, y lo imagina como una montaña, dividida en siete rellanos donde la ánimas purgan un pecado distinto; y en la cima se encuentra el Paraíso Terrenal.
Pedro Calderón de la Barca escribió una comedia intitulada "El Purgatorio de San Patricio", basada en leyendas populares acerca del santo y referencias al Purgatorio.
La novela La Ciudad del Gran Rey de Oscar Esquivias se ambienta en el Purgatorio.
En la novela japonesa "Umineko No Naku Koro Ni" la bruja Beatrice es capaz de invocar a "Las 7 hermanas del Purgatorio" y cada una representa un pecado capital.
En la actualidad en la Iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio (Roma) se encuentran algunas reliquias, objetos y testimonios sobre las almas purgantes.

A continuación, otro punto de vista de lo que sería el Purgatorio. Esta es la visión que escribió Chico Xavier, un famoso médium y divulgador del Espiritismo en Brasil y en el mundo. Escribió 451 libros, vendió más de 40 millones de copias traducidas a 33 idiomas y 30 libros en Braille. Chico Xavier nunca admitió ser el autor de ninguno de esos libros, afirmando siempre que escribía solo lo que los espíritus le pedían. Por ese motivo, Chico no recibió dinero producto de la venta de sus libros, por cuanto el donó los derechos de autor a diferentes instituciones sin ánimo de lucro entre ellas la Federação Espirita Brasileira.

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¡Gracias! por visitarnos, Vladimir y María Mercedes Gessen @DivanGessen @UnDiosUniversal

Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Purgatorio
https://es.wikipedia.org/wiki/Chico_Xavier
https://www.youtube.com

Fotos: https://commons.wikimedia.org/wiki/Main_Page
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Souls_in_Purgatory_at_Church_of_...



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